Esta entrevista fue realizada por Javier Toro.
Asdrúbal Baptista es profesor del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA) y de la Universidad de Los Andes e individuo de número fundador de la Academia Nacional de Ciencias Económicas.
Cuando yo comencé a estudiar la economía de Venezuela, como economista que soy, economista con afanes históricos debo decirle, me topé en todas partes con la presencia abultadísima del petróleo. El petróleo y su realidad terminaron causándome una suerte de inmensa conmoción conceptual, porque no lo vi calzando en el objeto normal en el cual el estudio científico del capitalismo, en general, planta su mirada. El petróleo es una mercancía, que se compra y se vende, pero no es una mercancía cualquiera.
El estudio científico del petróleo comienza, como tiene que ser, con la pregunta acerca de la especificidad del petróleo en cuanto a mercancía. En algún momento dado, caí en la cuenta de que hay una especificidad del petróleo que en general no poseen las mercancías en las cuales la Economía Política o el conocimiento económico fijan su mira. Vea usted este escritorio. ¿De dónde salió esta pantalla? ¿De dónde este aparato con el cual puedo comunicarme? ¿De dónde salieron estos lentes que me pongo para poder ver la pantalla con mayor fidelidad? Todo esto que he mencionado, todo lo que está aquí alrededor, todo, en realidad de verdad, ha sido producido. La producción es el acto humano que persigue un fin con cierta deliberación, con conocimiento de los medios más aptos para lograrlo y dentro un marco social particular. Pero, ¿el petróleo se produce? Esta fue la pregunta que un buen día me surgió. Bueno, se habla de producción de petróleo, pero el lenguaje termina siendo siempre una trampa frente a la cual hay que tener los ojos muy abiertos. Estrictamente hablando, la expresión “producción de petróleo” no es atinada. Nadie ha visto en sus yacimientos a hombres, mujeres y herramientas haciendo las tareas propias para obtenerlo. Es una masa de algo que ya está allí. Es algo que se saca, y el acto de sacarlo y de llevarlo a quien lo precisa es a lo que llamamos “producción”. Si somos rigurosos, la palabra “producción” no calza. Pero, ¿a cuenta de qué alguien por algo que no es producido reclama que se le pague? Es natural pensar que alguien por el trabajo que ha hecho exija que se le pague, pero ¿lo es así por algo por lo que no se ha trabajado? La respuesta está en que esa exigencia de un pago depende no solamente del trabajo, sino que también depende de la propiedad que se ejercita sobre el objeto. Si usted alquila una casa y usted no paga el arrendamiento, pues usted muy pronto será obligado a desalojarla. La Economía termina entonces por dar un nombre al ingreso que es producto del trabajo, y reserva otro nombre para el ingreso a cargo del producto que, sin ser producido, es sin embargo apropiado.
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